Publicado el: 27/05/2012
Panorama económico
"La comparación de datos económicos es contundente. Pero
recordemos las caras de la gente en el teatro, el cine y los comercios allá por
el 2000 y 2001, y veamos hoy los las expresiones de los rostros. El cambio es
abismal".
Carlos Heller Diputado Nacional - Frente Nuevo
Encuentro.
En los últimos días, algunos políticos, economistas y
gremialistas intentaron comparar errónea y malintencionadamente la situación
actual con la de fines de 2001. Estas observaciones, escasas pero no por ello
menos importantes, incluyeron palabras que relativizaron la cuestión, como
“parece”, “es como si”, “¿no será que puede ser que??”, evitando una mención
concluyente pues, es a todas luces conocido, tales proposiciones son
absolutamente falaces. Pero intentan instalar el tema y las dudas sobre la
sociedad.
El ejercicio de mantener viva la memoria ha resultado ser
indispensable y los últimos años han demostrado la importancia de recuperar esa
memoria que desea ser arrebatada al pueblo por diversos motivos. En el caso de
la economía, la eliminación de la memoria, o de los relatos históricos, es
esencial para el sostenimiento de las teorías ortodoxas o neoliberales, pues
estas basan su fortaleza en que no existe otro estadio que el capitalismo
financiero actual. Parece mentira, pero a pesar de los desmanes causados por
estas teorías en los noventa y en la década actual, todavía está presente y
vivo Fukuyama y su “fin de la
Historia ”.
Creo que es una tarea importante recordar y dejar bien en claro
que el 2001 y la actualidad son dos realidades, dos modelos distintos en su
esencia y completamente opuestos.
Comencemos por los datos importantes.
En el último trimestre de 2001, la población con problemas de
trabajo ascendía a más de un tercio de la población, con el 18,3% de
desocupación y el 16,3% de subocupación.
En el último trimestre de 2011, la desocupación alcanzó al 6,7 %
de la población económicamente activa, y la subocupación al 8,5%. Sigamos con
lo importante: el 2001 finalizó un quinquenio con un crecimiento del PBI del
3%, mientras que 2011 finalizó un quinquenio con un crecimiento del PBI del 39
por ciento.
Dejemos por un momento estos datos. Recordemos las caras de la
gente en el teatro, el cine y los comercios allá por el 2000 y 2001, y veamos
hoy los las expresiones de los rostros. El cambio es abismal.
Además, esos mismos lugares hoy están colmados de gente
consumiendo, cuando en el inicio del siglo los consumidores raleaban y había
una inmovilidad total.
No podemos desvincular estas observaciones de la vida diaria, de
las políticas sociales implementadas, prácticamente inexistentes en 2001,
ensombrecidas además por una jubilación indigna y congelada de $ 150 mensuales.
De un 55% de cobertura de la población en edad jubilatoria en 1996, se pasó a
más de un 90% en la actualidad, luego de incluir a 2,4 millones de
beneficiarios que no reunían los requisitos formales. Cabe mencionar también la Asignación Universal
por Hijo, impensable en la
Convertibilidad aunque fervorosamente reclamada por la
sociedad a través de organizaciones como el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo).
En lo concerniente a lo cambiario y monetario, las diferencias
son aun más abismales. A diciembre de 2001, las reservas internacionales
llegaban a los 17.900 millones de dólares, y los depósitos del sector privado
en dólares más que duplicaban esa cifra, alcanzando los 45.500 millones de esa
moneda. Hoy las reservas internacionales logran un valor de 47.300 millones de
dólares, y los depósitos en moneda extranjera al sector privado suman 11.500
millones de dicha moneda.
Hacia el 2001, la deuda externa se había vuelto una variable
incontrolable por la magnitud de los vencimientos, las elevadas tasas de
interés en dólares que llegaron a superar el 20% anual, y la continua
dependencia de los planes de ajuste del FMI. Hoy, la deuda con acreedores
privados y organismos internacionales llega al 18,7% del PBI, y no existe
ningún condicionamiento del FMI.
Se pueden dar muchos datos más, pero no harían más que ratificar
que al comparar el 2001 con la actualidad hablamos de dos realidades económicas
totalmente distintas en todas las áreas.
Pero hay una conducta que no ha cambiado lo suficiente, y es la
elevada preferencia de ciertos sectores por ahorrar en dólares. No fue
suficiente que quienes han ahorrado en dólares todos estos años, desde el 2003,
hayan perdido rentabilidad comparada con la imposición de plazos fijos en
pesos. Son las herencias que han dejado las innumerables crisis financieras por
las que atravesó nuestro país.
Esta demanda, que se reanimó con el inicio de la crisis
internacional, se exacerbó luego de las últimas elecciones y en particular
luego de la reasunción presidencial, generando un importante drenaje de divisas
hacia las cajas de seguridad, una decisión legalmente válida pero no
justificable, ni tampoco sustentable desde el análisis macroeconómico.
Son divisas que deberían quedar en el Banco Central para ejercer
con más eficiencia la política cambiaria y monetaria. También es cierto que ese
alto nivel de demanda está asociado a la bonanza de la economía y a la
capacidad de ahorro de los particulares.
En este entorno, y ante la continua compra de dólares, la AFIP tomó medidas para
incrementar la transparencia y eliminar operaciones especulativas. Luego de
unas semanas de ajustes, la operatoria se normalizó. Al comprobar que muchos de
los compradores de dólares derivaban los billetes al mercado ilegal, a
principios de mayo la AFIP
redujo el nivel de autorizaciones, generando una escasez de oferta en dicho
mercado, y la consiguiente suba del dólar ilegal.
En este entorno la elevada especulación ha llevado el dólar
paralelo, también llamado “blue”, a valores extremadamente altos, potenciados
por la pequeñez del mercado. Tomar esos valores como expresión de una “voluntad
del mercado” es una insensatez, pero además la voluntad del mercado no siempre
se condice con las necesidades de la política económica o cambiaria y mucho
menos con los intereses del conjunto de la sociedad.
Relacionar estos desajustes con los sucesos de 2001 es tan
engañoso y errado que invita a pensar que esta asociación está originada en
razones espurias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario