miércoles, 6 de junio de 2012

Caso Carrera




06.06.2012 | opinión


La policía manipuló y 
trastocó la escena 
en sólo 30 minutos
Por: Marcelo Fabián Sain

En un acto que empieza a desandar el increíble contubernio policial, judicial y político por el que Fernando Carrera fue injustamente condenado a 30 años de cárcel en el marco de una “causa armada” por la Policía Federal, según la defensa, la Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar al pedido de revisión de la sentencia condenatoria debido a que carecía de la “debida fundamentación”.

Todo se originó en un caso de gatillo fácil en el que un grupo operativo de la Comisaría 34ª de la Policía Federal, de civil y movilizado en un auto no identificable, acribilló de ocho balazos a Carrera porque lo confundieron con un ladrón al que estaban persiguiendo. Pero Carrera no murió pese a los denodados esfuerzos policiales.
La compleja secuencia de encubrimientos y complicidades  invisibilizaron acontecimientos fundamentales.
La policía que intervino luego de la ejecución fracasada de Carrera manipuló y trastocó la escena en sólo 30 minutos. Birlaron pruebas; le plantaron un arma para hacer creer que se trataba de un delincuente peligroso; desatendieron testigos que daban cuenta de que no había habido ningún enfrentamiento armado; inventaron testimonios de amigos de la comisaría del lugar; y demoraron todo lo que pudieron la llegada de la ambulancia para provocar la muerte de Carrera. 
Se tejió una trama de encubrimientos y salvaguardas policiales, judiciales y políticas a los gatilleros de la “brigada” que perpetró la balacera. En el plano judicial, sencillamente convalidaron sin rubor una causa armada policialmente, tal como puede apreciarse en la brillante película El Rati Horror Show de Enrique Piñeyro. Y, en lo político, señalaron con sospechosa indiferencia que respetarían la actuación cuando ya sabían que dicha actuación mandaría al matadero a un inocente.

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